Desde 1964, para conmemorar la muerte de Gandhi, se celebra el 30 de Enero el Día Escolar de la No Violencia y la Paz, reconocido por la UNESCO en 1993, que lleva como lema “Amor universal, no-violencia y paz. “El amor universal es mejor que el egoísmo, la no-violencia es mejor que la violencia y la paz es mejor que la guerra”. En esta fecha se recuerda la necesidad de la educación para la tolerancia, la solidaridad, el respeto a los Derechos Humanos, la no violencia y la paz. Como escribió Mahatma Ghandi, “No hay camino para la paz: la paz es el camino”.
En este día, los colegios y centros se convierten en instrumentos de paz y entendimiento entre personas de distinta formación, raza, cultura y religión. La educación en y para la tolerancia, la solidaridad, la concordia, el respeto a los Derechos Humanos, la no-violencia y la paz son motivos para recordar el 30 de enero. En el Día de la Paz, los centros educativos se comprometen como defensores de la paz y entendimiento entre personas de distinta procedencia y modos de pensar.
“Una educación inspirada en una cultura de no violencia y paz permite a nuestro alumnado adquirir conocimientos, actitudes y competencias que refuercen su desarrollo como ciudadanos globales críticos y comprometidos con sus derechos y los de otras personas”. (UNESCO).
El Día de la Paz, por su temática general de no violencia, resolución de conflictos y convivencia, puede trabajarse en todos los niveles educativos desde Educación Infantil hasta Bachillerato.
Gandhi, el “alma grande”
Gandhi, líder nacional y espiritual de la India, asesinado a tiros en 1948 por un integrista hindú, está considerado el máximo representante del pacifismo mundial. Un pacifismo comprometido con la lucha por los derechos de las personas y los pueblos, pero que llevaba a cabo esa lucha por medio de acciones no-violentas. Nacido en la India en 1869, estudió derecho en Inglaterra y se trasladó a ejercer su profesión de abogado en Sudáfrica, donde se encontró con el apartheid que sufrían en ese país, tanto los negros como la numerosa colonia de indios que allí vivía. En este país comenzó sus primera actividades de protesta pacífica contra el sistema, basadas en la resistencia pasiva y la no-cooperación con las autoridades. Tras 20 años de lucha, y habiendo conseguido importantes mejoras, al menos para la comunidad india en Sudáfrica, se trasladó a la India para luchar por la independencia de su país, entonces colonia de Gran Bretaña.
Su experiencia africana de lucha no-violenta fue seguida en la India por millones de personas que se oponían, mediante boicots y manifestaciones pacíficas, a la dominación británica. Gandhi fue detenido en numerosas ocasiones, pero solía ser puesto en libertad por la enorme presión del pueblo indio que, debido también a su forma de vida sencilla y espiritual, le consideraba un santo (Ma hatma quiere decir ‘alma grande’ en sánscrito).
Tras muchos años de lucha del pueblo indio, Gran Bretaña concedió la independencia a la India en 1947. Gandhi murió asesinado en 1948 cuando se dirigía a rezar, víctima del enfrentamiento entre hindúes y musulmanes en su propio país que él siempre intentó evitar. La muerte de Gandhi fue considerada una catástrofe internacional. Incluso las Naciones Unidas decretaron un periodo de luto. Sin embargo, su figura como defensor de la lucha pacífica contra las injusticias ha seguido creciendo hasta convertirse en el símbolo del pacifismo mundial.