El año 2019 acabó con 55 mujeres asesinadas por sus parejas o exparejas, 4 mujeres más que el año 2018. El año anterior a la aprobación de la Ley Orgánica de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Genero, la cifra fue de 72 mujeres asesinadas, una ley que ha servido para mucho pero que debe seguir avanzando en su diseño si no queremos dejar fuera otras violencia que sufren las mujeres por el hecho de serlo, apoyada por una cultura machista en la que la mujer sigue siendo cosificada y considerada una propiedad por parte de los hombres que maltratan.
Lamentablemente, empezamos 2020 con el deseo de acabar, de una vez por todas, con la violencia machista, pero lamentablemente en pocos días hemos podido comprobar que las cosas no cambian solo por desearlas. Mónica, 28 años, y su hija Clara, de 3 años, fueron asesinadas presuntamente por Rubén, de 27 años, su pareja y padre, el 6 de enero, en el primer asesinato machista de 2020.
Podemos dar más datos, como que no había denuncia previa, o que estaban en trámites de divorcio, o que llevaban 5 años de relación o que Mónica era una mujer independiente y con formación, pero da igual lo que podamos añadir: la violencia machista está en la sociedad y sigue siendo necesaria una condena unánime de la sociedad civil y política a este tipo de violencia que ejercen los hombres sobre las mujeres.
El paso de la separación y los temas de custodia de los menores suelen ser detonantes de la explosión de la violencia y las víctimas lo saben, cuando acabar con esa relación debería ser la solución, pero sin embargo es el momento en que mayor protección necesita la mujer que rompe el círculo de la violencia.
La realidad es que hoy existe más de una familia destrozada, tanto la de la víctima como la del presunto asesino, un pueblo consternado, Espulgues de Llobregat, y una clase política que se pierde en debates inútiles y que, en lugar de trabajar porque el Pacto de Estado se cumpla, comienza con viejos y caducos pensamientos que cuestionan la violencia que los hombres ejercen sobre las mujeres, mujeres a las que se suponen han querido y que tienen como base las desigualdades todavía existentes entre mujeres y hombres.
Los asesinatos de mujeres y niños y niñas a manos de sus parejas o exparejas son la punta del iceberg, puesto que se siguen sin atacar las causas, y nos perdemos en definiciones, cuando la realidad es la que es. En el hombre, el patrón más recurrente de muerte es por discusión/reyerta (1 de cada 3 muertes), y en las mujeres es la violencia de género (1 de cada dos muertes) según el estudio publicado por el Ministerio de Interior con datos del 2010-2012.
Desde USO mostramos nuestra firme repulsa contra la violencia machista, en todas sus formas, y estamos con el dolor de esas familias rotas por esta sinrazón, que nos devuelve a la realidad. Estamos en contra de la desinformación que estamos sufriendo por determinados partidos políticos y que, lamentablemente, cala en una sociedad que creyéndose más informada parece que lo está menos, corrientes que parecen querer volver a banalizar un asunto de Estado, y que antes o después, directa o indirectamente, nos toca a todos. No pueden existir medias tintas, la vida de la próxima mujer asesinada está en juego.