Estar trabajando y pensar: “Esto parece una película sobre el fin del mundo”

Antonio Martínez Baena tiene 38 años y trabaja desde 2002 en Emaya (Empresa Municipal de Palma encargada de la gestión del ciclo integral de aguas -abastecimiento, tratamiento, suministro, saneamiento, reutilización-, la recogida de residuos sólidos urbanos y la limpieza viaria). Concretamente, desarrolla su función como conductor recogedor de primera en la sección de Recogida de día, departamento de Medio Ambiente, puesto que ocupa desde 2007. Comprometido y concienciado con la defensa de los derechos de la clase obrera, es también afiliado de USO Illes Balears.

Profesional y experimentado en su entorno laboral (obtuvo la segunda plaza representando a Emaya en un concurso de maniobrabilidad de vehículos recolectores a nivel nacional, celebrado el pasado noviembre en Tenerife) y sensibilizado con cuanto pasa en el día a día de la ciudadanía, Antonio fue una de las muchas personas que no dejaron de trabajar intensamente cuando buena parte de la población estuvo confinada al inicio de la actual crisis del coronavirus…

Pregunta: ¿Qué recuerdos y sensaciones te quedan del trabajo durante las semanas más duras del estado de alarma?

Respuesta: Fueron semanas delicadas, de incertidumbre y miedo por lo que podía pasar y, sobre todo, por el hecho de poder infectarme. Fueron muchos días trabajando con un bajo estado de ánimo. En condiciones normales, por esas fechas ya se habría estado moviendo el turismo en nuestra isla (lo sé bien porque me dedico a la recogida de RSU [RL13 servicio playa de Palma]). Pero no era el caso. Moralmente fue duro. Parecía que estaba viviendo una película sobre el final del mundo, ya que nos encontrábamos solos por las calles. Quiero agradecer y valorar la labor de mis compañeros, en concreto (y en mi caso) la desempeñada por mi peón de sector, Cayetano Ruz, que se encargaba de dejar los puntos limpios para yo así poder hacer la recogida de los contenedores.

P: Detalla qué fue para ti trabajar con miedo.

R: En mi caso, y en esas circunstancias, mi mayor preocupación era la vuelta a casa. Antes de entrar en mi domicilio tenía que quitarme la ropa y los zapatos del trabajo para evitar posibles contagios en mi familia, ya que por motivos de seguridad los vestuarios de Son Pacs se mantuvieron cerrados y durante esos días -semanas- no nos pudimos duchar y cambiar de ropa allí. Cuando tienes que hacer semejantes cosas al volver a casa tras haber estado trabajando, lo que sientes no es precaución o preocupación, sino algo más serio aún.

P: ¿Fue eso lo que peor llevasteis de tener que trabajar durante la etapa de confinamiento?

R: Aquello fue duro, pero más si cabe (al menos en mi caso) lo fue la sensación de soledad que te invadía en esos días, tanto en el trabajo como fuera de él, y sobre todo la constante incertidumbre que te rodeaba todo el tiempo. Uno no sabía lo que podía pasar. Nadie lo sabía.

P: Una constante que estamos viendo en estas entrevistas es la carga mayor de trabajo durante esas semanas para quienes seguisteis en el tajo. ¿Fue también tu caso?

R: Debo decir que, en nuestro caso, el número y volumen de trabajo durante aquellos meses más críticos estuvo prácticamente en los parámetros normales, ya que los residuos que recogíamos eran casi en su totalidad los de los residentes de la isla. La falta de turismo también se nota en lo que concierne a la limpieza viaria…

P: Si tuvieras que resumir cómo fue el comportamiento de la dirección de la empresa con vosotros/as, dirías…

R: Intensificaron los EPI, así como la adecuación del horario laboral para facilitar que no coincidiésemos tantos miembros del personal en la planta en un mismo espacio de tiempo. Igualmente, no quiero pasar por alto la desinfección de las cabinas que teníamos que hacer antes de empezar el servicio, dentro de las medidas preventivas que se tomaron. Considero que la dirección empresarial también ha hecho un esfuerzo grande por adaptarse a la situación.

P: Por último, ¿qué imagen te queda de la respuesta social que en este tiempo habéis notado a vuestra labor?

R: La verdad es que aprecio mucho la reacción de la ciudadanía de Palma hacia nuestra labor. Son de agradecer, por ejemplo, los aplausos y los mensajes que nos daban y nos dejaban por nuestro papel en esos días. Nos ayudaba mucho anímicamente. En mi caso, jamás olvidaré algo muy bonito: una niña de apenas 5 años que cada día salía con sus padres para saludarme, preguntarme cómo estaba y regalarme dibujos que ella misma hacía. Me cambiaba el día. Me lo mejoraba. Me lo hacía más ameno. Es por eso que pedí a mis compañeros de los servicios de la Playa de Palma que pasáramos un día por su calle para darle una sorpresa, a ella y su familia, tocando las bocinas todos los vehículos a la vez. Nunca olvidaré esos momentos.

No merecerían ser olvidados. Como tampoco vuestra labor. Muchas gracias, Antonio.

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