“Soy mujer, desde hoy trabajo gratis”, 51 días de brecha salarial en Europa

14,1% de brecha salarial en Europa: las mujeres tienen 51 días de salario menos que los hombres, desde el 11 de noviembre no cobran

La brecha salarial de género en la Unión Europea es del 14,1%. Esto significa que las mujeres ganan un 14,1% menos por hora trabajada que los hombres. Según datos publicados por Eurostat, en España la brecha salarial es ligeramente menor, se sitúa en el 11,9%.

Simbólicamente, esta situación se traduce en que este año las mujeres españolas dejan de cobrar, con respecto al salario de los hombres, hoy, 11 de noviembre. Es decir, hasta el final de 2020, las mujeres “trabajan gratis”: 51 días. La fecha mejora en cuatro días con respecto a 2019, aunque el camino hacia la igualdad salarial sigue siendo lento. En los 5 años anteriores, Europa redujo su brecha salarial de género en 1,6%: del 15,7% de los salarios de 2014 al 14,1% que recoge esta última estadística, con los sueldos de 2018.

A este ritmo de reducción de brecha, harían falta 44 años para eliminarla. Otras estadísticas, sin embargo, sitúan la brecha en cifras peores.

La brecha de empleo, primer obstáculo en la brecha salarial

Las mujeres de la UE están menos presentes en el mercado laboral que los hombres. La brecha salarial no es la única brecha de género laboral. La brecha en el empleo se situó en el 11,7% en 2019, con un 67,3% de las mujeres europeas empleadas, en comparación con el 79% de los hombres.

Una de las mayores discriminaciones por género se da en el tipo de jornada. En la Unión Europea, casi un tercio de las mujeres, el 30,7%, trabaja a tiempo parcial, frente a solo un 8% de los hombres.

Respecto a la brecha salarial, existen diferencias considerables entre los 27 países que conforma la Unión Europea. La brecha salarial de género varía desde el 1,4% en Luxemburgo y el 2,2% en Rumanía hasta más del 21,8% en Estonia, el 20,4% % en Austria, y el 20,1% en Alemania y Chequia. En la mayoría de los países, la brecha salarial de género está disminuyendo, pero en unos pocos está incluso aumentando.

¿Por qué las mujeres siguen cobrando menos que los hombres?

La respuesta no es fácil, y obedece a un conjunto de causas que hunden sus raíces en estereotipos culturales de fuerte implantación. Ese componente de la brecha salarial es el más difícil de explicar, pues tiene mucho que ver con los comportamientos tradicionales y los roles de hombres y mujeres, que avanzan de forma muy lenta. De hecho, en el contexto actual los pasos hacia la igualdad están en riesgo, y es posible que, cuando conozcamos los datos de 2020, observemos graves retrocesos en cuanto a la desigualdad económica y social de la mujer por la pandemia y sus efectos.

La clase trabajadora en general sigue pagando los platos rotos de la economía y de las malas políticas sociales. Y, dentro de ella, siguen siendo las mujeres las que los padecen de forma desproporcionada; no como colectivo, sino como ciudadanas de pleno derecho.

Una normativa deficiente para afrontar la brecha salarial

La normativa sobre los registros salariales obligatorios en todas las empresas y las auditorías salariales incluidas en los planes de igualdad aprobados recientemente en España siguen dejando muchas lagunas en cuanto a su desarrollo y puesta en marcha. Los mismos planes de igualdad, ampliados a empresas de 50 o más personas en plantilla, pueden dar una explicación más concreta sobre los motivos de la brecha y sobre las medidas que se podrán adoptar para acabar con ella.

Desde USO, consideramos insuficiente y poco concreta esta legislación. Sigue siendo necesaria la valoración de puestos de trabajo adecuada, con perspectiva de género, que permita detectar los sesgos que siguen haciendo que puestos feminizados sigan estando peor valorados, y por tanto remunerados, que los puestos masculinizados.

Toda esta nueva normativa no acabará con los problemas salariales actuales entre hombres y mujeres si realmente no entendemos que la brecha salarial de género es real y está ligada a una serie de factores culturales, jurídicos, sociales y económicos que van mucho más allá de la cuestión única de la igualdad de remuneración por un mismo trabajo. Para acabar con ella, además de esta normativa, es necesario un cambio en la sociedad en general, con la colaboración de todas las instituciones, sindicatos y empresas, además de una educación igualitaria, tanto en el seno de las familias como en las escuelas, desde edades tempranas.

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