El 30 de marzo de 1988, se celebró el 1º Congreso Latinoamericano de Trabajadoras del Hogar, celebrado en Bogotá (Colombia), con el objetivo de visibilizar lo invisible, los millones de mujeres, incluidos niños y niñas, que en todo el mundo trabajan en este sector, en muchos países en régimen de semi esclavitud y sin ninguna protección social.
La OIT ha publicado recientemente un estudio sobre la “Protección social del trabajo doméstico Tendencia y estadísticas”, que nos permite tener una visión global de este sector económico:
- En el mundo hay 67 millones de personas que trabajan en servicio doméstico de forma profesional, más de 60 millones están excluidos de la cobertura de la Seguridad Social, es decir, el 90% de los casos no tienen ningún tipo de cobertura social.
- El 80% de las trabajadoras de empleo doméstico son mujeres, lo que supone 55 millones de mujeres en todo el mundo.
- El colectivo de trabajadoras migrantes alcanza 11,5 millones, las cuales sufren doble discriminación, y en el 14% de los países estudiados no tienen los mismos derechos que el resto de trabajadoras.
- Los salarios se encuentran entre los más bajos del mercado laboral. Por ejemplo, en Francia el salario del trabajo doméstico está por debajo de la mitad del salario medio. En otros países representa sólo el 20% del salario medio, como ocurre en Qatar.
- Los horarios son los más largos e impredecibles, lo que repercute en la salud de las trabajadoras, sobre todo en la trabajadoras en régimen interno, en su mayoría migrantes.
- No están afiliadas ni contribuyen a los sistemas de seguridad social (en Italia, el 60% de los casos; en Francia, cerca del 30%).
En España hemos pasado de “tener servicio” sólo las clases altas a que muchas mujeres cansadas de las dobles jornadas laborales, dentro y fuera de casa delegaran en otras mujeres, en su mayoría inmigrantes las tareas domésticas, o el cuidado hijos/as o personas dependientes.
La crisis ha hecho que las cosas vuelvan a cambiar, ya que la vuelta al hogar de las primeras ha supuesto el despido de las empleadas de hogar o la reducción en las horas de trabajo.
La reforma del Régimen de Seguridad Social de las empleadas de hogar, antes especial, ahora integrado en el régimen general como “sistema especial de para empleados/as de hogar “, tras años y años de intentos de reforma y negociaciones truncadas, no ha resuelto sus problemas: el no tener prestación por desempleo, o la regulación de las incapacidades temporales, no son un aliciente a la afiliación en la seguridad social.
Se estima que un 30% del trabajo doméstico no cotiza a la Seguridad Social, según la OIT, pero si contrastamos los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) de hogares que se estima cuentan con una empleada de hogar y las afiliaciones a la Seguridad Social, la cifra se puede elevar al 70% en la economía sumergida, situación que va en perjuicio de la protección de las trabajadoras.
La USO sigue pidiendo la equiparación de las condiciones y derechos laborales del colectivo de empleadas domésticas, promoviendo la ratificación del Convenio nº 189 y su Recomendación nº 201 adoptados en 2011 por la OIT.
Desde USO se lleva tiempo participando, en concreto desde la Secretaría de Igualdad y Acción Social en el “Grupo Turín”, una plataforma de entidades y personas que trabajan por la dignificación del sector, con el objetivo de informar, formar, sensibilizar, visibilizar y movilizar a la ciudadanía para instar al Gobierno a que ratifique el Convenio nº 189.
El Convenio 189 defiende los derechos básicos de las trabajadoras y su objetivo es garantizar que las trabajadoras domésticas disfruten de condiciones no menos favorables que las condiciones aplicables a las trabajadoras domésticas, los términos y condiciones de empleo, las determinaciones sobre las horas de trabajo, las remuneraciones, las condiciones de seguridad y salud en el lugar de trabajo, las normas relativas al trabajo infantil y a las mujeres migrantes, mejorando la labor de inspección de trabajo, la protección de seguridad social, así como la protección de la maternidad.
Nuestro objetivo como sindicato debe ir más allá, realizando un trabajo constante de denuncia contra la explotación, la precariedad y la economía sumergida, a través de la sensibilización y la información de derechos y deberes tanto a empleadores/as como a trabajadoras del sector. La sindicación del colectivo puede hacer que la situación cambie, conseguir un convenio laboral que las proteja como sector económico cada vez más importante.
Las empleadas de hogar no son trabajadoras de “segunda clase” deben alzar su voz y la USO estará para apoyarlas, siendo ellas las protagonistas en defensa de sus derechos.