El anuncio de la dimisión del presidente de la FIFA, Sepp Blatter, aporta esperanzas a los trabajadores migrantes en Qatar de que la FIFA finalmente se ponga de su lado, al tiempo que Qatar se expone a la posible pérdida de la organización de la Copa del Mundo de Fútbol a menos que reforme su legislación laboral en los próximos meses.
Sharan Burrow, Secretaria General de la CSI, manifestó que “bajo la presidencia de Sepp Blatter, la FIFA no sólo concedió la Copa del Mundo a Qatar, sino que ha ayudado a ese país a proteger su brutal sistema de kafala frente a cualquier reforma. Tras la dimisión de Sepp Blatter, la FIFA tendrá la posibilidad de corregir el daño ocasionado, exigiendo a Qatar que se asegure de que sus leyes laborales sean conformes a las normas internacionales, como condición para poder acoger la Copa del Mundo. Qatar debe aceptar el hecho de que el mundo no aceptará una Copa del Mundo que se apoye en la esclavitud moderna”.
Con las investigaciones sobre corrupción en EE.UU. y Suiza, que empujarán a la FIFA hacia un punto crucial para la introducción de reformas respecto a su propio funcionamiento, la atención se gira ahora hacia las empresas patrocinadoras de la FIFA, así como a las multinacionales gigantes de la construcción que están obteniendo enormes beneficios del sistema de la kafala en Qatar y en algunos de sus vecinos del Golfo.
“Los gigantes de la construcción también deben hacer algo más que limitarse a hablar sobre responsabilidad corporativa y asegurarse de que su enorme mano de obra en Qatar, mayoritariamente contratada a través de relaciones de empleo ocultas, obtengan los mismos derechos básicos que los trabajadores en otros países donde se respetan los derechos laborales. Los patrocinadores también están salpicados por la pestilencia de la esclavitud moderna en Qatar, y no deben dejar de presionar hasta acabar con la doble plaga de la corrupción y la explotación laboral”, afirmó Burrow.
Ambet Yuson, Secretario General de la Internacional de Trabajadores de la Construcción y la Madera (ICM), indicó que “El mayor crimen de la FIFA no es la corrupción. Es ignorar a los miles de trabajadores atrapados en condiciones de esclavitud moderna o que han perdido la vida trabajando en la construcción de instalaciones para la Copa del Mundo. Esto podría haberse evitado si la FIFA impusiese a las naciones anfitrionas demandas explícitas en cuanto al respeto de los derechos de los trabajadores y garantizar unas condiciones de trabajo decentes. El fútbol debería aspirar a tender puentes y acercar a las personas. Pensamos que la FIFA tiene el poder de convertir al fútbol en una fuerza para el cambio y la defensa de los derechos humanos en aquellos países donde se celebre la Copa del Mundo. Ya es hora de que asuman esa responsabilidad y conviertan los derechos de los trabajadores en parte de los criterios para seleccionar la sede de la Copa del Mundo. Nadie debería jugarse la vida en nombre del fútbol”.
Burrow reaccionó también airadamente ante las declaraciones del responsable de sanidad pública de Qatar, denegando toda responsabilidad por el número de muertos entre los trabajadores migrantes en Qatar, el jeque Mohammed bin Hamad bin Jassim Al Thani al parecer achacó el elevado número de ataques al corazón que han sufrido trabajadores migrantes, principalmente jóvenes, a un problema “genético” no especificado, además del hecho de que la mayoría de los migrantes procedan de zonas situadas a gran altitud.
“Las autoridades sanitarias deberían proteger la sanidad pública, pero al parecer en Qatar la prioridad es proteger la reputación tambaleante del sistema medieval de la kafala. Las cifras de mortalidad publicadas en la prensa no son sino estimaciones prudentes, y creemos que la realidad podría ser mucho peor. El masivo programa de infraestructura de Qatar está totalmente orientado hacia la Copa del Mundo de 2022, y su intento de presentar los estadios de fútbol como islas de esperanza en un mar de desesperación resulta completamente engañoso. Conforme nos vamos acercando a 2022, el plazo para la finalización de los estadios, hoteles, red de transporte público, carreteras, servicios y todo lo que se requiere para acoger el Mundial de Fútbol, la presión sobre una mano de obra ya de por sí agotada, no hará sino aumentar”, aseveró.
La atención se centra también en los Gobiernos de los países de origen de la mano de obra migrante. “De todos los países de origen, Nepal es el único que ha pedido públicamente que se ponga fin al sistema de la kafala para proteger a sus ciudadanos. Los demás deberían mostrar el mismo coraje que Nepal a la hora de pronunciarse y actuar en defensa de su propia gente”, indicó Burrow.