Los trabajadores y trabajadoras del SEPE han sido, desde marzo de 2020, el personal más sobresaturado, llevando sobre sus hombros, de repente, la carga de trabajo y la responsabilidad moral de que un millón de personas, de un día para otro, tuvieran que recibir las prestaciones especiales.
En general, los mandaron a casa, a teletrabajar. Pero “además de dedicar más horas de las que corresponden para sacar el trabajo adelante, tuve que comprarme un portátil de mi bolsillo para trabajar en casa, utilizar mi propio teléfono con llamada oculta para contactar con los usuarios e improvisar un escritorio. Teníamos que pelearnos con la inestabilidad del sistema informático del SEPE, que se colgaba y se cuelga de continuo, y con un aluvión de ayudas e instrucciones dispares”, recuerda Ana Isabel Ruiz Escalante, delegada de USO en el SEPE.
De su oficina, en la provincia de Barcelona, a su casa. “El reto de conciliar el teletrabajo y las horas extra con un niño en edad escolar que tenía que teleestudiar”.
La frustración era la palabra más repetida entre los trabajadores del SEPE: “haces todo lo que puedes, sacrificas tu vida personal y, sin embargo, parece que avanzas. Desde los medios de comunicación no cesan las críticas a la gestión, al retraso en el pago de las prestaciones, a los errores en los ERTE… y esa crítica sobre quien ha recaído no es sobre los gestores que no han reforzado los sistemas y el personal del SEPE, sino sobre el trabajador, que no puede con el estrés pensando que de él depende incluso el hambre de muchos ciudadanos”, manifiesta Escalante.
¿Ha mejorado la situación del SEPE después de un año?
La sobrecarga en otros sectores en primera línea de la pandemia se ha ido aliviando, con algunos picos, pero esto no ha sido así en el SEPE, con las nuevas prestaciones-covid.
“Los expedientes son cada vez más complejos y los errores en un mismo expediente se concatenan. Para resolver algunos ERTE con particularidades o las nuevas ayudas no hemos recibido formación, solo instrucciones cargadas de contradicciones”, se queja la delegada de USO en el SEPE.
Una Administración sin digitalizar que es reflejo de la sociedad: “muchos ciudadanos no tienen correo electrónico. Solo podemos contactar con ellos por teléfono, multiplicando el tiempo de atención. Tienes que mandarles la notificación por escrito, pero finalmente tiene que ser un requerimiento por correo ordinario. La ciudadanía no tiene cultura telemática si no estaban implantados los trámites telemáticos”.
Esta situación desembocó en una huelga del personal del SEPE que USO convocó en solitario y que tuvo a pesar de ello y del miedo inculcado en oficinas enteras, un seguimiento alto.
“La realidad es que ahora somos los mismos cuatro gatos que cuando empezó la pandemia. El personal de nueva incorporación aún no es productivo: ni les han facilitado formación ni nosotros podemos dedicarles tiempo. La nueva normativa aún no ha sido asumida por parte del personal, la mayoría auxiliares. Seguimos sin disponer de equipos informáticos para trabajar en casa. Y, a pesar de todo, hemos rebajado de 150.000 a 25.000 solicitudes por resolver desde el inicio de 2021.
El personal del SEPE, avisa de que están exhaustos: “hemos trabajado más del 500% de lo que hicimos en 2019, con una plantilla que ya estaba por entonces infradimensionada. Y se nos exige que sigamos trabajando al mismo ritmo sin haber mejorado en nada nuestras condiciones. Estamos extenuados, decepcionados y desmotivados”, advierte la delegada sindical de USO.