Estos días se cumple un año desde que la Organización Mundial de la Salud declarara la pandemia mundial del Covid-19.
En un comunicado conjunto, Mette Nord, Presidenta de la FSESP, y Jan Willem Goudriaan, Secretario General, denuncian que el año pasado se acrecentaron las fortalezas y debilidades de nuestras sociedades.
En Europa, se ha puesto al descubierto la fragilidad de nuestros sistemas públicos de salud y la ausencia total de capacidad a la hora de responder a tal convulsión. La tragedia es que no sorprende. Los sindicatos de servicios públicos de Europa han estado protestando por la escasez de personal, la infrafinanciación y los recursos inadecuados mucho antes de que surgiera la pandemia. No hay duda de que los sistemas de salud y las residencias de mayores se vieron completamente desbordados cuando golpeó la primera ola.
Esto es un reflejo lamentable de las políticas neoliberales que supone un punto de inflexión, como es una pandemia mundial, para reconocer la necesidad de financiar adecuadamente los servicios públicos y a los trabajadores que los prestan. Pero, el año pasado ha convertido los inconvenientes de la privatización y los recortes presupuestarios en una realidad inevitable, y ahora se asimila de manera generalizada la necesidad de revalorizar el sector público. No podemos retroceder a las políticas de austeridad del mundo anterior a la pandemia, debemos de hacer una reconstrucción mejor. Este es el mensaje de millones de trabajadores del servicio público a lo largo de Europa en esta jornada épica.
La prioridad inmediata es fortalecer los sistemas públicos sanitarios y asistenciales, algo que requiere financiación pública y el fin de las políticas fiscales que favorecen a las empresas y a los ricos. Los gobiernos deben actuar a nivel nacional y europeo. Estamos en deuda con nuestros trabajadores sanitarios y asistenciales, quienes muchos han sido tratados por estrés postraumático.
Al igual que hubo más de cien huelgas en los sectores sanitario y asistencial justo antes del brote de la pandemia en Europa, los sindicatos de salud y asistenciales continuarán siendo activos en la demanda de incrementos salariales, la mejora de las condiciones laborales, el aumento de la dotación de personal y los servicios de apoyo.
Si bien la asistencia sanitaria y social es de interés prioritario, ha habido otros servicios públicos que también han estado en la primera línea de frente de la crisis. Desde los sectores de residuos, agua y energía, hasta la seguridad social y los servicios de empleo, los trabajadores de los servicios públicos han sido cruciales para el funcionamiento continuo de la sociedad y en la gestión de las consecuencias socioeconómicas derivadas de las medidas de confinamiento. Su papel será más crucial conforme nos recuperemos de la crisis económica. Es necesario aumentar la inversión a fin de garantizar la disponibilidad y calidad de los servicios, y asegurar el acceso al bienestar, la vivienda, el agua, la energía y la educación, así como para destinar financiación a ciudades y municipios.
El sector público tiene también una función única que desempeñar en la reconstrucción de unas sociedades que sean más resilientes, desde la economía circular hasta los sistemas de transporte verdes o las infraestructuras públicas limpias. Los fondos de recuperación y resiliencia nacionales (y de la UE) se deberían utilizar para este fin, en vez de caer en los errores habituales de la privatización y las colaboraciones público privadas.
La crisis sanitaria sin precedentes demuestra que la Unión Europea debe considerar la readquisición de determinados sectores que garantizan la seguridad de los ciudadanos europeos, como son las farmacéuticas o la producción de equipos de protección individual (EPI). Debería considerar de nuevo también la fijación de competencias europeas en materia de salud, más allá de las propias de los Estados miembros a fin de dar respuesta a las pandemias, tanto en la Unión Europea como en terceros países. Las deficiencias reveladas durante esta crisis ponen de manifiesto que gran parte del fondo de recuperación de la Unión Europea debe consignarse a la inversión en servicios públicos, los cuales representan los valores universales que cimientan la Unión Europea.]
Como líderes sindicales de los servicios públicos europeos, lucharemos junto a muchos otros por la igualdad del mercado laboral, la mejora de las condiciones laborales y una mayor inversión pública. Junto a la movilización creciente, defendemos la justicia fiscal a fin de garantizar que las empresas paguen su justa proporción y se revierta la creciente desigualdad. Es fundamental que en la recuperación de lo que será la peor crisis económica de todos los tiempos, se priorice a los trabajadores, comunidades y a nuestro planeta frente a los beneficios de unos pocos.