Hace 150 años, los trabajadores británicos se unieron para establecer el TUC, la primera central sindical nacional del mundo, en la ciudad de Manchester.
Junto con los trabajadores y trabajadoras en muchos otros lugares del mundo, sentarían los cimientos del movimiento sindical internacional actual, que cuenta con más de 200 millones de miembros. Desde aquellos primeros pasos, hombres y mujeres han venido organizándose para construir y hacer crecer sus sindicatos, cambiando el curso de la historia.
Hoy, en este Primero de Mayo de 2018, rendimos homenaje a todos aquellos que entregaron tanto en la lucha por unos derechos básicos que muchos hoy en día dan por sentado –libertad sindical, el derecho a la negociación colectiva, la protección frente a la discriminación y la explotación y la seguridad en el trabajo–. También nos solidarizamos con quienes ven denegados esos derechos y que, en un mundo donde las reglas que consagran esos derechos no se aplican para todos, siguen librando exactamente las mismas luchas contra la explotación y los abusos que tuvieron que librar las madres y los padres de nuestro movimiento hace ya un siglo y medio.
Sabemos además que unas fuerzas descomunales están intentando eliminar esas reglas para todos. El poder corporativo se extiende fuera de control, las democracias están siendo secuestradas por el 1% más rico, y demasiados gobiernos se mantienen al margen en lugar de ponerse del lado de los trabajadores y trabajadoras. El futuro del planeta y de su población está en la balanza, conforme la codicia de una minúscula élite se ceba en las condiciones de vida de la mayoría, imponiendo un modelo económico que agota los recursos limitados de la tierra. Demagogos y xenófobos están asumiendo el poder, explotando el descontento popular alimentado por la desigualdad e inseguridad que constituyen el sello distintivo del fallido modelo de globalización actual.
Los sindicatos siempre seguiremos defendiendo nuestros valores fundamentales de igualdad, dignidad, desarrollo, democracia y paz. Es la realización de dichos valores, a través del reforzamiento de la acción colectiva y la solidaridad, lo que brinda la promesa de un mundo mejor. Un mundo donde las reglas redunden en beneficio de las personas.
Es hora de cambiar las reglas, de liberar a la democracia y a los derechos humanos de los grilletes que los oprimen. Son los sindicatos organizando para reforzar el poder de los trabajadores y trabajadoras, en las ciudades, los pueblos y el campo, en lugares de trabajo y comunidades del mundo entero, los que convertirán esa esperanza en realidad. Celebramos el Primero de mayo con confianza y con la determinación de asegurar que los principios fundadores de nuestro movimiento constituyan las piedras angulares del futuro.