Ratificación universal, la primera de la historia, sobre un convenio de la OIT, el 182, contrario al trabajo infantil
Este 4 de agosto de 2020, se ha conseguido la ratificación universal, tras 21 años, del Convenio de la OIT sobre las peores formas de trabajo infantil. Es el convenio nº 182 de la Organización Internacional del Trabajo y data de 1999. Tonga ha sido el último país en adherirse.
Es la primera vez en la historia de la Organización Internacional del Trabajo que el total de los estados miembros, 187, ratifican una convención internacional de este tipo. Ya era, además, el convenio que había conseguido una ratificación internacional más rápida en la historia de la OIT.
Según Guy Ryder, Director General de la OIT, “La ratificación universal del Convenio 182 constituye un hito histórico y permitirá que todos los niños gocen, a partir de ahora, de protección jurídica frente a las peores formas de trabajo infantil. Ello pone de manifiesto un compromiso a escala mundial para erradicar de nuestra sociedad las peores formas de trabajo en la infancia, incluidas la esclavitud, la explotación sexual y la utilización de niños en conflictos armados u otros trabajos ilícitos o peligrosos susceptibles de menoscabar la salud, la moral o el bienestar psicológico de los niños”.
Este hecho demuestra el bajo compromiso a escala mundial para erradicar de nuestra sociedad la explotación infantil, y cómo normas internacionales, en general, son cumplidas de forma muy rezagada por las Estados miembros de la OIT.
152 millones de niños trabajan en el mundo y 73 millones realizan trabajos peligrosos
Según datos de la OIT, se estima que unos 152 millones de niños realizan trabajo infantil. De ellos, 73 millones realizan trabajos peligrosos. El 70% de todo este trabajo se lleva a cabo en el sector agrícola, y como consecuencia de situaciones de pobreza y dificultades de los progenitores para encontrar un empleo decente.
La OIT afirma que, entre los años 2000 y 2016, la incidencia del trabajo infantil disminuyó un 40%, pero en los últimos años ha pasado a disminuir en menor medida. Alertan, además, de que, a consecuencia de la pandemia del covid-19, es posible que, si no se toman las medidas adecuadas, se experimente un retroceso con respecto a esos avances y aumente el trabajo infantil por primera vez en los últimos 20 años.
Tal y como reivindicamos el 12 de junio, Día Mundial contra el Trabajo Infantil, desde USO consideramos un gran logro la ratificación universal de este convenio, pero consideramos que se hace más necesario que nunca el cumplimiento de lo contenido en él, así como del cumplimiento de la meta 8.7 de los Objetivos del Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas. Esta exhorta a los Estados a “adoptar medidas inmediatas y eficaces para erradicar el trabajo forzoso, poner fin a las formas contemporáneas de esclavitud y la trata de personas -incluido el matrimonio forzoso- y asegurar la prohibición y eliminación de las peores formas de trabajo infantil, incluidos el reclutamiento y la utilización de niños soldados. Y, de aquí a 2025, poner fin al trabajo infantil en todas sus formas”.
La erradicación del trabajo infantil, clave en el avance de las sociedades
Además de este convenio nº 182, consideramos que debe ser cumplido de forma inminente el Convenio nº 138 de la OIT sobre la edad mínima de admisión al empleo y al trabajo. Países como Estados Unidos, Australia o Nueva Zelanda no han ratificado su contenido.
Es muy doloroso y vergonzoso que, estando en los tiempos que estamos, millones de niños tengan que seguir sufriendo estas penurias en el mundo y que el ser humano no sea capaz de eliminar estas condiciones de explotación, aun siendo las personas que la padecen los niños y niñas, que suelen estar en la etapa de la vida que más ablanda el corazón humano.
“Todo ser humano tiene derecho a unas condiciones dignas de vida, pero mucho más cuando nos referimos a la infancia. La infancia es el período más importante de nuestras vidas. De él depende nuestro desarrollo como personas, nuestra salud y formación en la edad adulta. Tener una infancia sana y feliz es fundamental, los cimientos de esas personas adultas y de su sociedad. Mejorando la situación de los niños conseguimos salvar esas generaciones y el futuro de esos países en desarrollo”, explica Dulce María Moreno, secretaria de Formación Sindical e Igualdad.