Según datos de la Fundación Española del Corazón y del Consejo Español de Resucitación Cardiopulmonar, en España ocurren alrededor de 30.000 muerte súbitas al año y cerca de 20.000 intentos de reanimacióntras un paro cardiaco. El índice de supervivencia se sitúa en el 4%, mientras que en Estados Unidos y otros países europeos, gracias a la presencia masiva de desfibriladores semiautomáticos (DESA), el porcentaje se eleva hasta el 50%.
Y es que todavía no existe una legislación a nivel nacional sobre la cardioprotección de espacios y la instalación de desfibriladores en espacios no hospitalarios. Por el Real Decreto 365/2009, de 20 marzo lo que sí se establece son las condiciones y requisitos mínimos de seguridad y calidad en la utilización de desfibriladores automáticos y semiautomáticos externos fuera del ámbito sanitario y se otorga a las Comunidades Autónomas la autoridad y competencia de establecer los mecanismos de control e inspección oportunos.
Se calcula que en España existen sólo dos desfribriladores por cada 100.000 habitantes y sólo seis Comunidades Autónomas obligan a contar con estos equipos en espacios públicos: Madrid, Cataluña, Andalucía, Asturias, Canarias, País Vasco y La Comunidad Valenciana.
El uso de un desfibrilador ante una parada cardiaca durante los primeros minutos de la misma incrementa hasta un 90% las posibilidades de sobrevivir con garantías de éxito y, lejos de lo que se puede creer, es un aparto de sencillo manejo que cualquiera que haya recibido un entrenamiento previo puede utilizar, sin necesidad de ser un profesional sanitario.
Además, con un desfibrilador no es posible hacer daño a la persona que se va a reanimar ya que el equipo diagnostica si el paciente está o no en fibrilación ventricular. Si no lo está, no habrá descarga y en caso de estarlo, el equipo adecua por sí mismo la descarga en función de la gravedad del paciente. Por tanto, no hay posibilidad de aplicar una descarga inadecuada.
Todo esto, es decir, su fácil manejo y el hecho de no tener que ser un personal sanitario para utilizarlo, hace posible que cualquier lugar que imaginemos pueda convertirse en un espacio cardioprotegido: colegios, universidades, polideportivos, playas, parques temáticos, gimnasios, escuelas de actividades extraescolares…
Fuente: www.prevencionar.com