Los datos publicados por el sistema de Comunicación de Enfermedades Profesionales (CEPROSS) muestran que las patologías laborales de tipo musculoesquelético están teniendo una gran incidencia en los trabajadores, lo que se traduce en que año tras año representen un porcentaje muy elevado de las enfermedades profesionales que se producen en España.
Desde USO entendemos que la magnitud de la problemática asociada a estos trastornos en las relaciones de trabajo contrastada a lo largo del tiempo, su impacto negativo en la sociedad y la propia inacción en los ámbitos ergonómico y psicosocial que hoy en día sigue manifestándose en muchas empresas hace obligado que los poderes públicos deban adoptar un papel activo en la promoción de sistemas de trabajo más saludables y en el cumplimiento efectivo de la normativa preventiva.
Los trastornos musculoesqueléticos son lesiones que se producen sobre músculos, tendones, nervios, articulaciones u otros tejidos y que normalmente se localizan en la espalda o en las extremidades superiores o inferiores. A modo orientativo, son ejemplos de este tipo de trastornos, entre otros muchos, la lumbalgia, la enfermedad degenerativa del disco, el síndrome cervical por tensión, la tendinitis del manguito rotador, la epicondilitis el síndrome del túnel carpiano y el esguince de ligamentos.
Estas lesiones, pueden tener gravedad diversa, pudiendo desembocar en bajas prolongadas, en discapacidades e incluso en la necesidad de dejar de trabajar en la profesión desempeñada.
En general, la mayoría de ellos suelen tener como denominador común que se manifiestan de forma diferida en el tiempo y que responden a una naturaleza multicausal, es decir, en su génesis intervienen de forma conjunta varios factores de riesgo.
A nivel preventivo, un aspecto clave para evitar la generación de trastornos musculoesqueléticos es que los sistemas de trabajo estén adaptados a la persona, ya que es en aquellas situaciones en las que tal adaptación no es efectiva cuando se dispara la posibilidad de que se materialicen. En consecuencia, es necesario actuar sobre los sistemas de trabajo evaluando los riesgos ergonómicos que comportan y planificando e implantando las correspondientes medidas de aplicación. De igual modo, será preciso comprobar a lo largo del tiempo la eficacia de las medidas adoptadas, valorando su contribución sostenida a la mejora preventiva.
Teniendo en cuenta lo indicado, un punto determinante para conseguir entornos ergonómicos y evitar alteraciones musculoesqueléticas es identificar los principales factores de riesgo que pueden dar lugar a ellas en el ámbito laboral:
- La adopción o mantenimiento de posturas forzadas, o la ausencia de alternancia postural durante la jornada.
- La aplicación de fuerzas excesivas en el desarrollo de las tareas.
- La realización de movimientos repetitivos, los cuales suelen dar lugar a movimientos rápidos de grupos musculares pequeños o tendinosos.
- Los tiempos de descanso insuficientes.
Otros factores adicionales que incrementan la probabilidad de sufrir este tipo de trastornos son la exposición a temperaturas extremas, el contacto con superficies duras, la humedad, el uso de equipos de trabajo que transmiten vibraciones de cuerpo completo o al sistema mano-brazo, o el uso de guantes o calzado inadecuados en el manejo manual de cargas.
Por otro lado, la exposición a factores psicosociales en el trabajo puede incrementar la posibilidad de sufrir lesiones musculoesqueléticas. Así, por ejemplo, en situaciones en que la persona se ve desbordada por las tareas que debe acometer o en aquellas en las que debe acelerar el ritmo para llegar a los resultados a alcanzar un fenómeno común es el aumento de la tensión muscular que se produce en esta, lo que puede derivar en contracturas u otras lesiones.
Pese a que los sistemas de trabajo han ido evolucionando tecnológicamente, hoy en día siguen siendo muchos los puestos en los que se presentan exigencias físicas importantes como la limpieza, la construcción o los hospitales. Y, por otro lado, las exigencias mentales se han disparado con el uso del correo electrónico, teléfonos móviles, tablets y todo tipo de aplicaciones informáticas, aumentando los puestos en los que se trabaja sentado de forma continuada, con elevados volúmenes de información y apremios de tiempo en las respuestas a los estímulos a procesar.
Dada la variedad y diversidad de actividades y situaciones laborales con concurrencia de factores de riesgo en la generación de trastornos musculoesqueléticos, estas precisan de un enfoque certero por parte de las empresas para poder evitarlos, considerando los distintos riesgos ergonómicos existentes y las fuentes que lo generan. Este enfoque debe integrar la prevención a nivel de empresa en todos los procesos técnicos, en la organización del trabajo, en las condiciones en que este se presta, y garantizar el compromiso activo de todos los niveles jerárquicos de la organización en la adaptación del trabajo a la persona.